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Metacrilato



Siempre me fascinaron las vidrieras de las catedrales. El color hecho luz es algo mágico, divino si el contexto es adecuado. En esta pieza buscaba experimentar eso, pero el resultado no fue el deseado. La luz atravesando el metacrilato es maravillosa pero para unir esas piezas tuve que renunciar a conservar el aspecto limpio y brillante de su superficie, el que tienen una vez cortadas con láser como si fuesen cristal: el motivo es que Acrifix, el pegamento súper transparente que se usa con este material sí deja marca, y mucha.

Este pegamento lo que hace es fundir la superficie de metacrilato para lograr una magnífica adherencia con otra del mismo material. A estas alturas ya sabemos que el proceso creativo no es lograr lo que imaginabas sino navegar dicho proceso y desembarcar allí donde te lleve. Por ello he potenciado al máximo el comportamiento del Acrifix untando con él la pieza al completo. Y tiene su punto. Renunciando a la semitransparencia y usando metacrilato opaco de colores, que también es un material maravilloso, podré evitar la interferencia del Acrifix: para todo siempre hay una renuncia y un logro.





Imagino una gran pieza que combine ambas propuestas, como si de una iglesia medieval se tratase, con sus retablos y vidrieras de luz. No lo negaré: la irrupción de la IA ha sacudido el tablero, diría más: le ha dado una patada y ahora que todas las fichas vuelan por los aires me veo contemplándolas. Ya no hay suelo bajo mis pies, la representación continua pero el escenario tiene un decorado imprevisto, de dimensiones colosales y posibilidades infinitas. Crisis. Fallo de sistema ¿Reiniciando? Aprender a volar para no caer demasiado hondo, pero aún más importante es entender el para qué y el porqué. El sentido de mi trabajo como ilustrador o artista, el sentido del propio arte, la relación del espectador con el autor a través de su obra… si es que hay autor, o la relación del espectador con el arte, ahora que tú mismo puedes plasmar en imagen cualquier cosa que se te ocurra. Todo cambia a una velocidad de vértigo.




Hay una diferencia en el diseño de ambas piezas. En la de madera y pan de oro, muy medieval, entre las olas vemos asomar el Viejo Grillo, la vieja Europa, mientras se ahoga. Osito brinda por ello junto a sus amigos africanos. En la versión de metacrilato, muy “moderna” lo que vemos tras las olas es al Rey Sol y sus tentáculos y a Osito, por supuesto, brindando por él. En su conjunto me gusta ver una metáfora del final de una época y el inicio de otra: la llegada del Rey Sol, la IA, el declive de las democracias, las redes sociales barriendo el pensamiento crítico y, paradójicamente, la medievalización de las sociedades “avanzadas”.




 
 
 

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