CASTILLOS

CASTILLOS es parte de un proyecto audiovisual abierto realizado íntegramente con IA.

 

Este fragmento se terminó el 10/12/2025 tras aproximadamente dos meses de trabajo.

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Se trata de una fantasía ambientada a finales del siglo XIX en Alcalá de Guadaíra. Esta primera parte se ubica en lo que va de la torre grande del castillo, atravesando las corachas, hasta la ruina de la iglesia de San Miguel. 

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Con el propósito de experimentar con las posibilidades de esta tecnología, me planteo recrear de manera precisa el paisaje y aspecto del lugar y el castillo en esa época. No es un trabajo académico ni arqueológico, por lo que la precisión no es total. La existencia de antiguas fotos de principios del S. XX es la base de todo el trabajo, incluidos los personajes que en ellas se vislumbran.

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El argumento trata metafóricamente del ciclo natural y perpetuo de la vida y entre nosotros, el de la guerra. En ese ciclo las señales siempre están para avisarnos de la llegada de ese dios griego de la destrucción que los humanos parecemos no poder detener. A las puertas del 2026 veo un mundo que recuerda el anterior a cada una de las dos grandes guerras. Y para Pepe, el protagonista, las señales anticipan una guerra de Cuba que muchos alcalareños sufrirán, al igual que, poco después, una guerra civil española. Antes fue la llegada napoleónica y así guerra tras guerra, hasta llegar a los tartessos o ves a saber. También Ares podría simbolizar para muchos la llegada de la IA. 

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Desde lo alto de la colina, saliendo de una de las chozas de planta redonda, piedra, barro y techumbre de ramas y paja, una mujer mira al horizonte y ve el resplandor del mar. Luego mira la colina del otro lado del río, donde algún día habrá un templo romano, una fortaleza almohade y finalmente un gran castillo cristiano. La mujer saluda a su hermana, allí a lo lejos.

 

Esta es una imagen poderosa que podemos fantasear que existió, posterior al S. IX a. de C., si mirabas en dirección a Sevilla desde el mirador de Alcalá y veías los reflejos del sol sobre el lago Ligur, unido al Golfo Tartéssico y a un Mediterráneo con casi medio metro más de altura.  Tal vez, en el S. V a. de C. , en el enorme caudal de agua que fluía por el Guadaíra se pudo ver llegar alguna embarcación fenicia. Algo inconcebible hace tan solo dos mil años.​

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No hace tanto también vimos a las tropas napoleónicas atravesar el puente romano dirección a Sevilla. Estampas no nos faltan. Y, por supuesto, más de quinientos años de presencia musulmana nos dejan mucho más que una impronta imaginada. 

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